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Eclesiástico, 30, 22.

"No dejes que la tristeza se apodere de tu alma, ni te aflijas a ti mismo con tus ideas melancólicas".

"Confesiones" de San Agustín, libro VII

Agustín no entiende claramente cuál es la causa del mal. No puede el mal tener sustancia alguna como sostenían los maniqueos; si Dios no solamente es bueno, sino que es la misma bondad, ¿de dónde le viene a los hombres el veneno del mal? "La soberbia que hace guerra contra Dios hace que todas las criaturas inferiores se pongan sobre mí"(...) "Son llagas con las que se humilla al soberbio que de tanta inflamación tiene los ojos cerrados". Pero esa hinchazón va sanando día a día con el fuerte colirio de los saludables dolores que interiormente se pasan.

Papel mojado

Para amenizar el lunes, un poco de humor negro a propósito de algunos pasajes de la Constitución Española de 1978:

Artículo 14: "Los españoles son iguales ante la ley, ...".

Arrículo 31: "Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio". 

Artículo 35: "Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo".

Artículo 39: "Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia".

Artículo 40: "Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica. De manera especial, realizarán una política orientada al pleno empleo".

Artículo 47: "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación".

Sin comentarios.

Confianza

Aristóteles aborda la cuestión de la ambición y de la avaricia en su obra “Política”. En ella plantea que para la armonía de la polis, es preciso que los mejores (los ricos) no pretendan mucho más de lo que tienen, y los de abajo (los pobres) no puedan tener más de lo que tienen. Para el primer grupo, la prescripción es, digamos, de tipo discrecional, mientras que para el segundo grupo se establece una barrera clara y determinante. Al parecer en esas estamos aún.

Para Hobbes, el hombre es un lobo para el hombre, “homo homini lupus”, mientras que Freud ve disparatado el principio cristiano “amarás a tu prójimo como a ti mismo” en una de las obras más sombrías y pesimistas de todos los tiempos como es “El malestar en la cultura”. En ambos casos parece buscarse una explicación de la lucha social desde la escala del individuo.

Vemos pues que la cuestión de la distribución social de los bienes es muy antigua, y se trata de forma profusa desde la revolución industrial y las revoluciones marxistas posteriores. En esta época de crisis, distintos gremios se rebelan de forma más o menos agresiva al ver dañados sus intereses colectivos: mineros, funcionarios, taxistas, ferroviarios y esa masa amorfa de parados e indignados.

Pero aún cuando esos distintos gremios y agrupaciones de intereses se sientan engañados, defraudados, estafados o traicionados, su ámbito de influencia está dentro de la nación, puede afectar en mayor o menos medida a las decisiones del estado en sus relaciones con otros estados, pero el auténtico campo de batalla donde se dibujan y definen las grandes estrategias que afectarán decisivamente a los planes y programas de los países está en el ámbito internacional, y en lo que a nosotros los españoles nos afecta, en el ámbito europeo, donde tiene lugar una sorda guerra económica en la que nada es lo que parece.

En esta guerra económica, el término más empleado es “confianza”. Su sentido financiero es confuso, porque carece de connotaciones morales o emocionales como podría evocar a algún ingenuo, su sentido por tanto es más bien cuantificable, mensurable en fríos términos económicos por medio de índices de prima de riesgo, de valores de bolsa, de balanza de pagos, de producto interior bruto, de deuda pública, etcétera. Pero aún así el análisis de todo este baile de números queda incompleto si no reparamos en sus consecuencias geopolíticas, entre las cuales, la principal para nosotros y nuestro entorno es el resquebrajamiento de la entelequia “Unión Europea”. Esos inquietantes valores económicos con los que nos bombardean desde los telediarios y los medios de comunicación en general, están midiendo en términos políticos la situación de vulnerabilidad, la debilidad de los estados que van a quedar “deconstruidos”, sometidos al poder de otros pocos estados. El ejemplo más claro del objetivo en esta guerra sorda es Grecia que ya ha quedado vampirizada con más o menos éxito, España está en estos momentos en el laboratorio de ensayo.

Para terminar, sólo unas pocas cifras que nos dan idea de la magnitud del asunto. España en conjunto tiene una deuda global cuatro veces mayor que su producto interior bruto anual, es decir, la deuda total es de cuatro billones de euros, de los cuales, al sector público le corresponden unos novecientos mil millones, a los españolitos con hipoteca y créditos diversos, un billón cien mil millones de euros, a las pequeñas y medianas empresas setecientos mil millones más o menos, y a las deslumbrantes empresas del IBEX entre las que se encuentran nuestro queridos grandes bancos, la parte más gorda y rabiosa de la deuda: un billón trescientos mil millones de euros. Que el Señor nos coja confesados.

 

Edmund Husserl

Edmund Husserl

Edmund Husserl (1859-1938) concibe la filosofía en buena parte como respuesta a la insatisfacción creciente por el pensamiento cientificista de su época. El paradigma positivista deja sin fundamento teorético a las ciencias al rechazar cualquier tipo de metafísica, esa falta de sustento implica una crisis de la razón.

Husserl pretende construir una filosofía como ciencia estricta, la única metodología válida en el terreno filosófico: la fenomenología, que trata la realidad desde la propia experiencia de la realidad a diferencia del proceder ordinario en el que se habla (o se cree hablar) desde la realidad misma. Esta filosofía tiene un carácter omniabarcante en el sentido de que puede entenderse como disciplina filosófica, como método y como disciplina general fundante de la ciencia y el conocimiento.

Desde su perspectiva metodológica, la fenomenología trata de describir lo dado en la conciencia sin atender a lo que se ha entendido hasta el momento como objeto extramental en sí, el objeto de la conciencia no es más que el fenómeno, y la conciencia se atribuye por tanto la investigación de los fenómenos. Por otra parte, la fenomenología como disciplina general fundante supone que la filosofía debe quedar elevada al rango científico para lo cual es preciso estructurarla adecuadamente.

Husserl ve en el psicologismo propio de la época, una tendencia a considerar la razón como dependiente de algo no racional o ajeno a la razón; pero esta visión es errónea porque confunde la psicología con la lógica. Tampoco acepta el historicismo porque trata de legitimar el conocimiento en función de los contextos históricos, de manera que la razón sería en este caso un producto histórico. Es preciso fundar la razón en cuanto razón, por lo que le es propio, que no es más que los actos conscientes, los contenidos de la conciencia: percepciones, pensamiento conceptual, presunciones, dudas, voliciones, etc. Esos contenidos de la conciencia son asunto esencial de la fenomenología, toda conciencia siempre es conciencia de algo, es a lo que Franz Brentano llamó intencionalidad.

La fenomenología de Husserl está vinculada desde su origen al lema de “a las cosas mismas”, es preciso iluminar la razón para retornar a la cosas despojándolas de todas las capas de sentido con las que las ciencias las han ido cubriendo. La descripción debe hacerse al mismo ras de la vivencia, tratando de excluir cualquier trascendencia, la vivencia contiene la totalidad de lo que se da. Pero, cómo acceder a las cosas mismas.

Recurre al proceso griego de la “epojé” para abandonar la actitud natural prejuiciada, se trata de poner en cuestión el edificio completo del conocimiento humano en sus aspectos científico, cultural y social para llegar a la reducción absoluta de la conciencia. Esta reducción fenomenológica será mediante intuición eidética que nos lleva a evidencias intelectuales y nos puede aportar datos de la conciencia con valor trascendental.

Se ve claramente la estirpe cartesiana del método fenomenológico, pero se supera su solipsismo porque ahora se establece una correlación imprescindible de “cogito” y “cogitatum”, además el fenómeno no se opone a la cosa en sí como en Kant, ni es un mero estado psíquico, sino lo manifiesto en tanto que manifiesto; desaparece la tensión entre yo y el mundo, entre la representación y la realidad. Así, la fenomenología se constituye en ciencia de las esencias, es una ontología. Las vivencias se van sucediendo en un tiempo inmanente a la conciencia, un tiempo que es continuo fluir, así toda vivencia pertenece a una corriente de vivencias infinita en una estructura de pasado-presente-futuro. Entre dichas vivencias existe una de importancia capital: la intersubjetividad.

La intersubjetividad suprime el solipsismo. Los otros son objeto de mi experiencia, los percibimos mediante su cuerpo como un ego que no es mi ego; los otros se reflejan en mí y conmigo co-determinan el sentido del mundo. Trascendemos la conciencia y el solipsismo con la esfera de la intersubjetividad donde la reflexión se vuelve práctica, la culminación de esta esfera de intersubjetividad que es la comunidad del “nosotros” culmina en lo que Husserl denomina “el mundo de la vida”.

En ese mundo de la vida que es práctica cotidiana e ingenua originalidad, se halla el fundamento de todas las ciencias objetivas. Ese mundo ordinario del hombre se ha ocultado por influencia del objetivismo y el positivismo y es preciso recuperarlo en una tarea genuinamente humanística.

 

Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche (1844-1900) nació en Alemania, en el seno de una familia muy religiosa, recibió una esmerada educación, estudió teología y filología clásica. En la evolución de su pensamiento se suelen distinguir tres etapas: la de juventud, la dedicada a la genealogía de la moral y la centrada en la idea del “eterno retorno”.

En su obra “El nacimiento de la tragedia” realiza una crítica a la cultura contemporánea empleando las nociones de “apolíneo” y “dionisíaco”. La visión clásica se centra en lo apolíneo (mesura, proporción, belleza), que es la que hemos heredado del mundo griego porque da sensación de seguridad a la existencia y la aparta del caos. Pero hay una presencia continua de lo dionisíaco que se opone y a la vez complementa a lo apolíneo. Aunque Eurípides contribuye decisivamente a la supresión de lo dionisíaco en la tragedia griega, los cultos orgiásticos, los mitos trágicos, la desmesura y el desgarro están profundamente enraizados en la cultura popular griega. Entre el coro de sátiros se producirá el fenómeno dramático primordial: el hombre se ve transformado en sí mismo con lo que surge el principio de individuación y el mundo queda desgarrado, se pierde la fusión con otros y la continuidad, se adapta el mito trágico convirtiéndose en una sucesión racional de vicisitudes, es resultado de lo que Nietzsche llama "socratismo".

Con la victoria de este poder apolíneo se trata de redimir al hombre de la existencia, pero su predominio produce una cultura debilitada y decadente, su insuficiencia queda patente con las obras de Kant y de Schopenhauer. Nietzsche espera fervientemente el retorno de la tragedia clásica en la obra musical de Richard Wagner.

Para Nietzsche, el lenguaje establecido está estrechamente unido a formas de relaciones de dominio, cada lenguaje es un sistema de metáforas que se convierte en el modo de mentir y mentirse de los hombres, mientras que otros sistemas metafóricos como la poesía, quedan reducidos al nivel de mentira reconocido como tal. Para sostener la humanidad racional es preciso edificarla sobre la mentira vinculante que hace que el hombre olvide su naturaleza creativa. El relato histórico también tiene efectos perniciosos porque hace decaer las fuerzas productivas. El epigonalismo de la conciencia histórica, presente en el cristianismo y en el hegelianismo ofrece una sucesión de nacimientos y muertes de instantes históricos que provoca una “falta de estilo” paralizante. La vida tiene necesidad de olvido, de un cierto grado de inconsciencia.

En su periodo de madurez, Nietzsche establece conexiones entre el arte, la ciencia y la civilización. La ciencia es evolución madura del arte, funciona como ideal metódico, es errónea pero sobria y atenta a los procedimientos. Es la vía adecuada para el filósofo que debe construir una “química de ideas y de sentimientos” pero tras hacer una imprescindible deconstrucción de la moral en la que Nietzsche incluye la metafísica, la religión y el arte. La contumacia de la moral es debida a la autoescisión del hombre y a su olvido, su reparación implica la supresión de la moral y la muerte de Dios que dará paso a una “filosofía del amanecer” que no tiene un contenido positivo sino que se trata más bien de un nuevo temple espiritual liberador.

En la última etapa de pensamiento de Nietzsche hay nuevos temas y una nueva forma y tono en los que se inscriben. El “eterno retorno” impone la fidelidad a la tierra y a valores vitalistas intemporales basados en el hacer, porque nada hay tras el hacer, no existe el ser (ontología nihilista), sólo hay perspectiva y voluntad de poder (para la que sólo hay un mundo), la moral y la verdad son formas corruptas y deshonestas que la voluntad de poder adquiere; el “superhombre” es saludable y no requiere soluciones finales, esenciales o metafísicas

Tal vez sea el arte el único campo que ayuda a comprender el problemático concepto de “superhombre” de Nietzsche. El arte protege del concepto pernicioso de verdad porque oculta sus formas y se contrapone a la pasividad y a la venganza que conlleva la búsqueda de la verdad, es antídoto contra el ideal ascético que domina la moral y la metafísica. El arte inspira confianza, santifica la mentira necesaria, que es explícita y no cae por ello en la enfermedad y en la venganza.

Karl Marx

Karl Marx

Karl Marx (1818-1883) no era un filósofo al uso, podría decirse que fue economista, historiador, periodista y agitador político. Lo cierto es que su influencia en el siglo XX ha sido incomparable a la de cualquier otro pensador de la época, sin ser por otra parte un autor verdaderamente original. El aspecto realmente original de Marx viene dado por su capacidad crítica apoyada en una integración de ideas hasta entonces dispersas y diversas que constituye una potente herramienta para elaborar una crítica feroz de la forma de vida de su tiempo, de la injusticia e inhumanidad de un sistema de producción basado en el abuso.

Marx adopta de Hegel el concepto de dialéctica que no es sino la expresión de una dinámica de contrarios en el devenir histórico, a lo que Marx añade la necesidad de que los cambios en los Estados siempre acontezcan por vía revolucionaria, estando dichos cambios determinados por las condiciones materiales que afectan a la producción y a la propiedad de los recursos. Por otro lado, la oposición con Hegel se afirma en la consideración de las condiciones miserables de los obreros de la época, que contradice claramente las aspiraciones de racionalidad del sistema hegeliano. La clase obrera no debe ser ni es un títere movido por el “Espíritu” hegeliano, sino un artífice del mundo material en el que nos encontramos.

Otra influencia de Marx es la de Ludwig Feuerbach en relación sobre todo con el asunto de la religión como agente manipulador de las conciencias. Marx añade la consideración imprescindible de la praxis humana que determina la conciencia, así, Marx reprocha a los filósofos que no han hecho sino interpretar el mundo sin preocuparse por el modo de transformarlo. Respecto a los socialistas utópicos hace un análisis similar, dándoles solamente un valor instructivo ya que coinciden con él en sus pretensiones de abolir la propiedad privada, la familia y el Estado.

Por supuesto, Marx niega la idea de Adam Smith según la cual el egoísmo particular en la actividad productiva y comercial conduce a un mayor bienestar de la comunidad; para Marx es mucho más productivo el trabajo comunitario que la libre entrega a la “mano invisible” del comercio.

Así pues, la dialéctica marxista es una inversión de la dialéctica hegeliana y además aspira a explicar la génesis del estado de cosas y a predecir los cambios futuros. Pero esa aspiración predictiva es una cuestión contradictoria en la teoría de Marx; no sería posible si tomamos por válida la tesis de que cada fase histórica genera sus propias condiciones de existencia y desarrollo desde las cuales no se puede mirar más allá, la superación de la organización de cada etapa no se consigue si no es con su destrucción, todo ello según las propias coordenadas del materialismo histórico de Marx en el que la esencia es la praxis.

En un sistema productivo determinado se cuenta con unos medios naturales, con unos medios tecnológicos que van desarrollándose, y con la fuerza de trabajo. En el sistema destacan como esenciales las relaciones de propiedad de los medios de producción. Pero ese sistema netamente económico se va configurando como un entramado ideológico en el que se contiene la cultura, el arte, la religión, la política, el derecho que establece y trata de preservar las clases sociales; todo este artefacto se denomina en términos marxianos como “superestructura” que no es sino una falsa conciencia habitualmente construida por la clase dominante. Los propietarios como clase dominante, alimentan y sostienen la superestructura que sólo se ve en peligro ante un antagonismo de clases.

Por un lado, en este planteamiento materialista y determinista, la clase dominante no desaparecerá hasta que no alcance el máximo poder que el sistema de producción le permita, pero por otro, la revolución que surge por el enfrentamiento de clases no es posible hasta que el proletariado no toma conciencia de clase, hasta que no se da cuenta de su condición, ¿es esto acaso una concesión de Marx al idealismo?

Para hacer posible el ataque al sistema abusivo vigente, es decir, el capitalismo, Marx hace un exhaustivo y brillante análisis del mismo. El concepto central del capitalismo es la mercancía. En el intercambio comercial siempre existe un proceso del tipo D>M>D+P en el que el capitalista con su dinero D adquiere las mercancías necesarias para el proceso productivo M, estas mercancías son los recursos naturales, la tecnología y la fuerza del trabajo. Obtiene, tras el proceso, la recuperación de su inversión D, además de una plusvalía P. Obsérvese por lo tanto que el trabajador es tratado en el proceso como una mercancía más.

La competencia entre capitalistas hará que los precios de los productos bajen y en consecuencia se explote cada vez más al proletariado. La meta de cada uno de los inversores es necesariamente el monopolio: la suma cero por la que uno lo gana todo y los demás lo pierden todo, debiendo los perdedores pasar a formar parte de la masa proletaria explotada. La legitimación de este modelo hace que el obrero no sea consciente de ser dueño en modo alguno del producto de su trabajo ni de su trabajo mismo, su labor y el fruto de ella le son del todo ajenos, es lo que Marx llamó alienación. La dialéctica que se origina entre los objetos y el hombre, deshumaniza al hombre por haberse convertido tan sólo en un medio, y humaniza al objeto por adoptar un valor que antes no tenía, el producto se convierte en un fetiche.

Esa alienación del trabajador por constituirse en una pieza de engranaje (véase la película de 1936 “Tiempos modernos” de Charles Chaplin) se eliminará con la abolición de la división del trabajo en la futura sociedad comunista, igualitaria y justa. La praxis que defendía Marx y que consumó Vladimir Lenin en la Rusia de principios del siglo XX, fracasó finalmente con la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989.

El cáncer de España

Adoptando similares presupuestos que los separatistas vascos, desde una postura nacionalista española que aspira a mantener su integridad y perdurabilidad a través del estado y por establecer sinapsis que permitan esclarecer los términos de la cuestión, la patria española también es necesariamente en tanto que patria, abertzale (patriota, nacionalista) con la componente de telurismo que acompaña al gudari. Si el florecer de la patria vasca como estado no ha sido posible hasta el momento como consecuencia del dominio español, tampoco es posible España sin sus provincias, que naturalmente tenderá a preservar en su "status quo".

Las provincias vascongadas tienen una población de unos 2 millones de habitantes, en una nación de un total de 47 millones, lo que supone algo más del 4 %. En las elecciones del pasado día 20, trescientos mil individuos votaron a la organización política Amaiur que aspira a la escisión vasca del territorio español incluyendo al territorio navarro y parte de Francia; estos separatistas constituyen el 15 % de la población vasca y el 0,64 % de la población total española, sin embargo estos datos objetivos desembocan en que Amaiur obtendrá una representación política en el congreso (máximo órgano legislativo de la nación) de 7 diputados, lo que equivale al 2 % del total de representantes legislativos; el peso numérico respecto al resto de ciudadanos se multiplica por más de 3 cuando se convierte en peso de representación política; esta curiosa conversión se debe al sistema de circunscripción provincial y al método d´hont que se aplica; asimismo no es despreciable el fenómeno de la llamada "diáspora vasca" como elemento explicativo de estos resultados.

En todo caso estamos ante la inmersión de un cáncer en el cerebro mismo del organismo español que ocupará un 2 %. Puede afirmarse que en su forma etarra, este mal se configuraba como un agente patógeno en cierto modo exógeno respecto a las instituciones que componen el organismo, separado y susceptible por tanto de atacar con los instrumentos del estado. Desde que el Tribunal Constitucional, con Pascual Sala al frente, otorgase vía libre a las mutaciones etarras que se estaban produciendo en las vísperas de las elecciones municipales de mayo, el mal penetra en las instituciones municipales primero (órganos secundarios) y por metástasis en órganos vitales tras el 20 de noviembre. Cabe en este punto referirse al famoso dictamen de Alejandro Magno: "Igual que no caben dos soles en el cielo, no caben en la Tierra Darío y Alejandro". Las implicaciones de este aserto no son tan sólo políticas, en tanto que presenta dos fuerzas excluyentes enfrentadas a muerte necesariamente, la transposición a la oncología aporta connotaciones esclarecedoras.

Galgos o podencos

      El debate generado en estos días como consecuencia de la tímida reforma constitucional pactada entre los dos grandes partidos nacionales, ha girado principalmente en torno a si era conveniente o necesario haber consultado esta decisión mediante referendum popular.

      El batiburrillo de partidos y corrientes políticas nacionales, inmerso en su fundamentalismo democrático, tiene una peligrosa tendencia a la parálisis estupefaciente en aras de un imprescindible consenso; ha ocurrido con muchos asuntos de vital importancia, en especial con el del acuerdo laboral, asunto manido hasta la náusea.

      Pero ocurre que el caso de la reformita constitucional por la que se trata de limitar el gasto de nuestras manirrotas 17 españas no es sino un intento de remediar el desenlace de la vieja fábula de los galgos y los podencos, en la que un par de liebres se detienen a discutir si la feroz jauría que les persigue es de una u otra raza canina. Es así que ayer, apenas nos ponemos a correr de nuevo, cuando empezamos a sentir en el cogote el aliento de los perros con bajadas en la bolsa y subidas en la ya famosa prima de riesgo.

Calle Mayor

  

Talentoso retrato de la España provinciana franquista, donde, además de resaltar brillantemente el costumbrismo de la época, se pone de manifiesto el fuerte contraste existente entre la relación de individuos de ambos sexos en nuestra época y la de hace cincuenta años.

Las grandes miserias sociales tangibles, no sólo económicas, de mediados del siglo pasado, bajo la pesada y opresiva influencia del nacional-catolicismo, han sido paulatinamente sustituidas en un movimiento pendular por otras formas o manifestaciones miserables del siglo XXI sofisticadas y difusas, poco o nada evidentes para los que estamos inmersos en ellas, sobrevenidas a causa del mercado pletórico y la necesidad del acceso universal al llamado “mercado de trabajo” entre las que se encuentra la ilusión libertina de hombres y mujeres que ponen máximo cuidado en el cultivo y alimento de un supuesto “libre albedrío” individual, descuidando todo lo demás.

En ambos periodos históricos, el poder político, lejos de ser ajeno a dichas evoluciones sociales, las determina claramente: en nuestros días lo hace con instrumentos como los institutos de la mujer, las leyes de igualdad o de violencia de género, leyes de cupo, etcétera. Un arsenal de normas e instituciones en su mayor parte despilfarrador y demagógico cuya finalidad no es tanto el bienestar social como el rédito electoral, y por ello una forma más de corrupción democrática.

Cartagineses. De “Historia General de Andalucía” (Joaquín Guichot. 1869)

Los cartagineses tornan la situación tranquila de la península ibérica en una existencia agitada y turbulenta, convirtiéndola en plataforma para disputar a Roma el imperio del mundo conocido en aquella época. Cartago estaba ubicada al norte de Libia, en frente y a unas cien millas de Sicilia. Precedió en su constitución unos cien años a la República Romana y se hizo mucho más poderosa, adelantándola en las artes del comercio, la industria y sobre todo de la navegación. Los cartagineses tuvieron durante largos años el imperio del mar, su situación les favorecía extraordinariamente.

Tras la defensa y salvamento de Cádiz contra los turdetanos, se hicieron dueños de varios puntos importantes en las riberas de la Bética, convirtiendo finalmente la región en un gran feudo de Cartago y lanzando a los fenicios. Entre los siglos VI y V se apoderan de Cerdeña, Córcega, Mallorca y Menorca. Consiguen expulsar a las colonias griegas de la península y se mantienen como la potencia hegemónica en el mediterráneo con el apoyo del pueblo de Roma. Aprovechan la segunda guerra médica, o sea, la famosa expedición de Jerges contra Grecia, para destruir el poderío de los griegos en Asia y Europa, haciendo alianza con el gran rey de Persia. Su época de mayor esplendor fue a mediados del siglo IV.

A mediados del siglo III tiene lugar la primera guerra púnica que duró 24 años y que costó a Cartago un mar de sangre, inmensos tesoros y la pérdida de Sicilia y Cerdeña. Humillada, la República Cartaginesa planea la conquista de toda la península ibérica para resarcirse de las pérdidas de territorio y vengarse de Roma. Envía a Cádiz sus mejores tropas al mando del general Amílcar Barca que someten los territorios de los béticos, bastetanos y contestanos (las actuales Sevilla, Córdoba, Málaga, Almería, Murcia y Valencia). En su avance fundan la ciudad de Barcino (en honor de Amílcar Barca) que es la actual Barcelona. Corrió posteriormente las tierras del interior (tartesios, lusitanos, vetones).

Aníbal, hijo de Amílcar Barca, puso sitio a Sagunto y se apoderó de ella, lo cual indignó a  Roma que declaró la guerra a Cartago. Aníbal organizó un ejército de 80.000 hombres de infantería y 12.000 caballos, cruzó el Ebro y llegó sin encontrar resistencia hasta los Pirineos, de allí hasta los márgenes del Ródano. Entre el Po y el Tesino derrotó al cónsul Escisión, en los márgenes del Trebia batió al cónsul Sempronio, a orillas del lago Trasimeno venció al ejército acaudillado por el cónsul Flaminio y por último cerca de Cannas pasó al filo de la espada el cuarto ejército mandado por el cónsul Varron. Con los anillos arrancados a los cadáveres de senadores, cuestores, tribunos y caballeros de esta última batalla se llenaron tres modios (equivalente a una capacidad de 26 litros) que fueron enviados a Cartago.

Roma en medio de sus desastres no desfallece, reúne tres ejércitos: uno para resistir a Aníbal, otro para sitiar Siracusa y el tercero para combatir en España. En la costa levantina se abrió el teatro de la guerra que después se trasladaría a la Bética; una guerra larga y difusa en la que cabe destacar una importante derrota de Asdrúbal bajo el poder militar de Escipión en la antigua Baécula (Santo Tomé, Jaén). En el año 206 antes de Cristo solo quedaban en España dos generales de la república africana, Asdrúbal y Magon, replegados en el país de los turdetanos, en el bajo Guadalquivir, mientras que Lucio Escipión con un cuerpo considerable de tropas permanecía en el territorio de Aurigis (Jaén).

Las posiciones cartaginesas de la Bética fueron cayendo una tras otra: Córdoba, Ilípula, Sevilla, con todos sus territorios. Dueños de Cádiz, los romanos establecieron alianzas con todas las ciudades de la Bética y abrieron una nueva era para España que formará parte ahora de una civilización más avanzada, que andando el tiempo habrá de llamarse latina.

Fenicios. De “Historia General de Andalucía” (Joaquín Guichot. 1869)

La primera raza del Oriente que entabló relaciones comerciales con los pueblos que habitaban la región de Andalucía fue la fenicia. En Siria existían dos provincias notables, la Fenicia y la Celesiria, separadas por la cordillera del Líbano. Desde los tiempos más remotos que describe la historia, vemos a los Fenicios dedicados a las especulaciones mercantiles y a la navegación. Su comercio terrestre alcanzó inmensas proporciones y se hacía por medio de caravanas.

Sus principales mercados estaban en la Arabia de donde sacaba especias y gomas; tejidos de seda de Babilonia y Palmira; esclavos, caballos y objetos de cobre de la Armenia y países limítrofes. Se le atribuyen a los fenicios inventos y descubrimientos importantes tales como el alfabeto griego primitivo que se componía de once consonantes y cinco vocales; la astronomía aplicada a la navegación; las artes navales y de la guerra, así como el comercio. Fundaron numerosas colonias, siendo las más importantes las del archipiélago griego; en la costa norte de África: Utica, Cartago, Adrumeto; en el noreste de Sicilia, la actual Palermo; en la isla de Malta; y en España, Gaddir (Cádiz), Carteya (Calpe) y Malaca (Málaga). También es probable que fundaran poblaciones en el golfo pérsico y que navegaran las costas de la Gran Bretaña y del Báltico. La Fenicia no formaba nación propiamente dicha, sino una confederación de ciudades. Sidón y Tiro fueron consideradas metrópolis en diferentes épocas.

La llegada de los primeros comerciantes fenicios a las costas de Andalucía puede establecerse en torno al siglo XV antes de Cristo. Probablemente estos nuevos asentamientos vinieron ocasionados por la conquista de la tierra de Canaán por el primer caudillo del pueblo hebreo. Cádiz presentaba una ventajosa situación y semejanza con el mar de Siria, por lo que fue elegida por los fenicios como asiento de su naciente imperio en Andalucía que disfrutó de estabilidad hasta el siglo VI antes de Cristo en el que aparecieron por primera vez los cartagineses en la península.

Al parecer, la irrupción de los cartagineses se debió al conflicto entre los fenicios y los indígenas turdetanos. Los fenicios habrían pedido ayuda a Cartago para hacer frente al asedio contra Cádiz por parte de los turdetanos. El desembarco en Cádiz de una poderosa escuadra cartaginesa constituyó un acontecimiento memorable y dio lugar a una transformación profundamente radical, política, social y religiosa en la península ibérica, y en particular marca el origen de una verdadera historia de Andalucía puesto que durante veinte siglos el suelo andaluz fue el teatro donde se representaron los grandes, los memorables acontecimientos de esa inmensa epopeya que tuvo principio entre las rizadas olas del mar que baña a Cádiz, y terminó sobre los muros de Granada, azotados por las frescas brisas que se desprenden de los altos ventisqueros de Sierra Nevada.

La Ola

Unos cuantos aspectos sociológicos se pueden analizar en esta película alemana; destaca el “espíritu germánico” si esto significa algo. Pero, por centrar la atención en algo más general, se pone de relieve, aunque de forma algo apresurada, como queriendo contar demasiado en el escaso tiempo que una película con expectativas comerciales permite, la cuestión de lo fácilmente manipulable que resulta la juventud si se le administra hábilmente un racimo de simples pero efectivos principios ideológicos que logren incardinarse con las inquietudes estéticas, irracionales en tanto que derivadas de instintos incontrolados, y que dan respuesta, reafirmación y soluciones aparentes a un buen número de frustraciones. Aunque el desarrollo de la cinta es un tanto forzado, precipitado e inverosímil, no es desdeñable su mensaje que tiende a destacar el peligro de las ideologías gregarias que podemos ver con nitidez por ejemplo en las maras centroamericanas como casos más extremos. Es la vuelta a la tribu del paleolítico y al cavernícola que todos llevamos dentro, y que vemos de continuo en los campos de fútbol, sublimado y debidamente narcotizado.

Vicente del Bosque

Es imperioso, una terrible necesidad para los españoles encontrar, definir y potenciar personalidades públicas que por sus virtudes puedan servir de referente a nuestras generaciones, a las más jóvenes y a las que están por venir.

Y es tan urgente este acaparamiento de personalidades egregias, que estén vivas y activas, tangibles por tanto para la paupérrima memoria del ciudadano moderno porque el héroe al uso vive tan sólo de fachada y propaganda, del último golpe de efecto, de la última chuminada envuelta en celofán, sea en la literatura, en el cine, en el deporte y principalmente en la política, y no les mueven jamás fines nobles o altruistas.

Sabiendo yo poco o nada de balompié ni del personal que en torno suyo se desenvuelve, estuve pendiente inevitablemente de los campeonatos mundiales del pasado verano y por ende del seleccionador del equipo español: un tipo sereno, educado, ecuánime; todo el mundo al que pregunté hablaba muy bien de don Vicente del Bosque, y tuvo la suerte y/o el acierto este buen hombre de auparse al primer puesto en la referida competición. Pero no fue ese su principal y más importante éxito, en nada comparable con lo que hoy publica la prensa: don Vicente junto a los jugadores de la selección futbolera acaban de recibir el premio Príncipe de Asturias, y nuestro hombre llama a Luis Aragonés a compartir el premio con ellos. Aragonés, anterior seleccionador, resentido, hizo destructivas críticas al Sr. del Bosque, pero esto no fue óbice para que don Vicente demostrase su magnífico talante, un término éste del “talante” tan manoseado y ensuciado en la sentina que es hoy la política española.

Cuántos hombres como éste serían necesarios en España para deshacer tanto resentimiento, tanto rencor y miseria. Y tan sólo con su actitud humilde, callada, de amor y dedicación a su profesión, sin más retórica que la de sus pequeños grandiosos actos humanos. Bravo Vicente del Bosque.

http://www.youtube.com/watch?v=pM271CYOf4c

http://www.youtube.com/watch?v=mKPJczYDPEQ

Cuando callan las trompetas

En la literatura y en el cine, la guerra está imbuida frecuentemente de un halo épico del cual es componente esencial la figura del guerrero heroico. Para componer esa imagen aureolar es imprescindible la elaboración estética mediante la música solemne, la llamativa vestimenta militar o la abnegación del esforzado soldado hacia sus compañeros. Esta parafernalia, sin perjuicio de sus evidentes valores para la vida social y esencialmente para el reforzamiento y pervivencia de los estados-nación, es empleada profusamente en el cine, y sobre todo en el producido por el imperio americano. Por eso es interesante esta oscura película como contrapunto nihilista de toda esa exuberancia y vigor castrense que acompaña ineludiblemente a la buena marcha de los imperios que en el mundo han sido: un contrapunto opresivo y deprimente, despojado de adornos melódicos, donde los protagonistas son el miedo y la desesperación que bien mirados anulan cualquier posibilidad de belleza o bondad en los actos de guerra, es decir, en el campo mismo de la batalla donde la mierda siempre rueda hacia abajo como bien sabe el soldado experimentado.

La vida es bella

Cabe preguntarse si la actitud emocional ante la vida es una cuestión de voluntad o del carácter irrenunciable de cada cual. Esta película constituye una buena oportunidad para reflexionar sobre el asunto: una bella fábula (poco verosímil pero con un poderoso mensaje) envuelta en una maravillosa música con evocadores efluvios de la Toscana. Emotiva, y en la misma medida deliberadamente mitigadora del odio y del rencor como ensalzadora del amor sin condiciones; una auténtica sobredosis de vitalismo, optimismo y esperanza.

Cooperantes

Vilalta, Pascual y su secuestrador | TV3

Estos pollos de la imagen no son tres romeros con resaca que vienen del Rocío, aunque lo parezca. Los dos primeros son unos burgueses catalanes que, aburridos, un día decidieron vestirse de Coronel Tapiocca y salir de aventura en una “caravana solidaria” que se pasearía por el peligroso territorio subsahariano para repatir alimentos y/o medicamentos entre los negritos necesitados; todo muy progre y muy solidario. El moreno que va al volante es Omar Saharaui, que aunque parezca increíble, ordenó el secuestro bajo amenaza de muerte de los dos barbudos sonrientes que van a su lado por espacio de 267 días, casi nada. Zapatero anunciaba hace poco que los dos secuestrados habían sido felizmente liberados, lo que no anunciaba nuestro ufano presidente es que la liberación fue a cambio de la puesta en libertad de Omar Saharaui que estaba en prisión cumpliendo condena por esa jodida afición de secuestrar occidentales aventureros, y también tras aflojar el estado español varios millones de euros al grupo terrorista de Saharaui (se habla de 7 u 8 millones, aunque la cifra que se baraja no para de subir). El alipori y el bochorno que cualquier español puede sentir ante el descomunal ridículo que nuestro presidente está desplegando se hace casi insoportable. Aunque esta gentuza que nos gobierna miente más que habla, lo que parece indiscutible es que los contribuyentes españoles hemos pagado un dineral por la estúpida temeridad de una friki y pintoresca oenegé (¿hay alguna que no lo sea?) y la manifiesta incompetencia política y diplomática española. Cabe pensar que la humillante visita que el ministro Rubalcaba hacía recientemente a Marruecos para rendir pleitesía a su monarca estaba muy relacionada con esta nueva vergonzosa hazaña por la que hemos sido efusivamente felicitados por el terrorismo islamista, agradecidos siempre por nuestra cooperación.

Hachiko

Emotiva alegoría sobre el concepto de pérdida, visto a través de la fidelidad de un perro. Conlleva un inevitable y peligroso riesgo de dogmatismo metafísico, acaso en cierta medida anantrópico, pero cómo se puede renunciar a un sentido profundo de todos los acontecimientos de la vida, ya sean estos grandes e importantes o esperados, y los apenas percibidos de la vida cotidiana, inesperados, nimios o molestos como tener que hacerse cargo de un cachorro perdido.

Castillo de hieles

Cualquier día de la semana puede haber un par de muertos en las carreteras españolas. Al cabo de una semana, si incluimos el número de muertos domingueros, que es más abundante, obtenemos un saldo medio de quince a veinte víctimas mortales; eso en temporada baja.

Algunas víctimas de la carretera sufrieron sus accidentes debido en parte al mal estado de la vía, cruces de escasa visibilidad, peraltes mal ejecutados, nula o mala señalización; pero estas tragedias son demasiado habituales para congregar a una parva de politicastros cariacontecidos y compungidos ofreciendo su pésame cada lunes en la tele.

Si un grupo de jóvenes imprudentes cruzan una vía de tren en mitad de la noche, de forma temeraria, infringiendo las normas, y es arrollado, terminando en una docena de cadáveres y otro tanto de heridos, la situación contiene la intensidad suficiente por número de víctimas y su corta edad, por el escenario cruento y la morbosidad mediática para que los politicastros ensayen los rictus más apenados y las frases hueras más grandilocuentes y se lancen decididamente al centro del escenario para hacernos ver lo que se preocupan por nosotros, sus electores; lástima que no hayan encontrado una buena cabeza de turco para hacerla diana de todas nuestras iras, lástima que el conductor del tren no diese positivo en la prueba de alcoholemia, lástima que la estación estuviese remodelada recientemente y que cumpla con todas las normas de seguridad y accesibilidad, porque no tenemos a nadie a quien culpar..., ¿o sí?

16 calles

Buen entretenimiento obra del realizador de las "armas letales" de Mel Gibson y Danny Glover; es decir un tipo con oficio en películas de acción. Además de acción ofrece un interesante retrato del valor de la conciencia y de la verdad en personas de carne y hueso, en las que nada es blanco o negro del todo, precisamente por eso la bondad y el desempeño del deber, cuando aparecen, tienen un destello más nítido y más realista.