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samadhi

Marcos, 9, 49.

"La sal de suyo es buena: mas si la sal perdiere su sabor, ¿con qué la sazonareis? Tened siempre en vosotros sal de sabiduría y prudencia, y guardad así la paz entre vosotros".

Marcos, 9, 27.

"Entrado que hubo el Señor en la casa donde moraba, sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué motivo nosotros no le hemos podido lanzar? Respondióles: Esta raza de demonios por ningún medio puede salir, sino a fuerza de oración y ayuno".

Macabeos I, 2, 61.

"Y a este modo id discurriendo de generación en generación; todos aquellos que ponen en Dios su esperanza, no descaecen. Y no os amedrenten los fieros del hombre pecador; porque su gloria no es más que basura y gusanos".

Zacarías, 13, 9.

"Y a esta tercera parte la haré pasar por el fuego y la purificaré como se purifica la plata, y la acrisolaré como es acrisolado el oro. Ellos invocarán mi nombre, y Yo los escucharé propicio. Yo diré: Pueblo mío eres tú; y él dirá: Tú eres mi Dios y Señor".

Ezequiel, 36, 25.

"Y derramaré sobre vosotros agua pura, y quedaréis purificados de todas las inmundicias, y os limpiaré de todas vuestras idolatrías. Y os daré un nuevo corazón, y pondré en medio de vosotros un nuevo espíritu, y quitaré de vuestro cuerpo el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne".

Ezequiel, 17, 24.

"Y conocerán todos los árboles del país que Yo el Señor humillé el árbol empinado y ensalcé la humilde planta; y sequé el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo el Señor lo dije y lo hice".

Lamentaciones, 5, 21.

"Conviértenos, oh Señor, a Ti; y nos convertiremos; renueva nuestros días felices como desde el principio".

Jeremías, 20, 17.

"¡Que no me hiciera morir Dios en el seno materno, de modo que la madre mía fuese mi sepulcro, y que fuese eterna su preñez! ¿Para qué salí del seno materno a padecer trabajos y dolores, y a que se consumiesen mis días en afrenta?"

 

Jeremías, 17, 7.

"Al contrario, bienaventurado el varón que tiene puesta en el Señor su confianza, y cuya esperanza es el Señor. Porque será como el árbol trasplantado junto a las corrientes de las aguas, el cual extiende hacia la humedad sus raíces, y así no temerá la sequedad cuando venga el estío. Y estarán siempre verdes sus hojas, ni le hará mella la sequía, ni jamás dejará de producir fruto".

Isaías, 58, 6.

"¿Acaso el ayuno que Yo estimo no es más bien el que deshagas los injustos contratos, que canceles las obligaciones usurarias que oprimen, que dejes en libertad a los que han quebrado, y quites todo gravamen? ¿Que partas tu pan con el hambriento, y que a los pobres, y a los que no tienen hogar los acojas en tu casa, y vistas al que veas desnudo, y no desprecies tu propia carne o a tu prójimo?".

Isaías, 40, 29.

"Él es el que robustece al débil, y el que da mucha fuerza y vigor a los que no son para nada. Desfallecerá fatigada de cansancio la edad lozana, y se caerá de flaqueza la juventud. Mas los que tienen puesta en el Señor su esperanza adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas como de águila, correrán y no se fatigarán, andarán y no desfallecerán".

Isaías, 33, 15.

"Aquel que anda por las sendas de la justicia, y habla verdad, que aborrece las riquezas adquiridas por la calumnia o extorsión, y tiene limpias sus manos de todo cohecho; que tapa sus orejas para no prestar oídos a los sanguinarios, y cierra sus ojos por no ver lo malo. Éste es el que tendrá su morada en las alturas; vivirá seguro, como en una alta roca; tendrá pan, y nunca le faltará el agua".

 

Isaías, 27, 1.

"En aquel día el Señor con su espada cortante, y grande, y fuerte, castigará a leviatán, serpiente gruesa; a leviatán, serpiente tortuosa; y matará la ballena, que está en el mar de este mundo".

Isaías, 12, 2.

"He aquí que Dios es el salvador mío: viviré lleno de confianza, y no temeré; porque mi fortaleza y mi gloria es el Señor, y Él ha tomado por su cuenta mi salvación".

Eclesiástico, 51, 38.

"Haced lo que debéis hacer antes que el tiempo pase; y Él os dará a su tiempo vuestra recompensa".

Eclesiástico, 51, 4.

"Y por tu gran misericordia, de la cual tomo nombre, me has librado de los leones que rugían, ya pronto a devorarme: de las manos de aquellos que buscaban cómo quitarme la vida, y del tropel de tribulaciones que me cercaron".

Eclesiástico, 40, 27.

"Al que tiene el temor del Señor nada le falta, y con él no hay necesidad de otro auxilio".

Eclesiástico, 37, 23.

"El que discurre con sofisterías se hace odioso; se quedará con las manos enteramente vacías".

Eclesiástico, 33, 15.

"Contra el mal está el bien y contra la muerte está la vida; así también contra el hombre justo está el pecador; y de este modo todas las obras del Altísimo las vereis pareadas, y la una opuesta a la otra".

Eclesiástico, 33, 5.

"El corazón del fatuo es como la rueda del carro; y como un eje que da vueltas, así son sus pensamientos".