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Calle Mayor

  

Talentoso retrato de la España provinciana franquista, donde, además de resaltar brillantemente el costumbrismo de la época, se pone de manifiesto el fuerte contraste existente entre la relación de individuos de ambos sexos en nuestra época y la de hace cincuenta años.

Las grandes miserias sociales tangibles, no sólo económicas, de mediados del siglo pasado, bajo la pesada y opresiva influencia del nacional-catolicismo, han sido paulatinamente sustituidas en un movimiento pendular por otras formas o manifestaciones miserables del siglo XXI sofisticadas y difusas, poco o nada evidentes para los que estamos inmersos en ellas, sobrevenidas a causa del mercado pletórico y la necesidad del acceso universal al llamado “mercado de trabajo” entre las que se encuentra la ilusión libertina de hombres y mujeres que ponen máximo cuidado en el cultivo y alimento de un supuesto “libre albedrío” individual, descuidando todo lo demás.

En ambos periodos históricos, el poder político, lejos de ser ajeno a dichas evoluciones sociales, las determina claramente: en nuestros días lo hace con instrumentos como los institutos de la mujer, las leyes de igualdad o de violencia de género, leyes de cupo, etcétera. Un arsenal de normas e instituciones en su mayor parte despilfarrador y demagógico cuya finalidad no es tanto el bienestar social como el rédito electoral, y por ello una forma más de corrupción democrática.

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