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El mundo de la vida

Esta es la fórmula con la que Husserl se refiere al ámbito inmediato de conocimiento, vivencia y convivencia del hombre. Su pensamiento es de una agudeza y profundidad todavía escasamente explorada; imbricado con la fenomenología hegeliana y con el existencialismo heideggeriano, es un ingrediente esencial en la filosofía caleidoscópica del siglo XX.

 

Como es natural se contrapone a otra fuerte corriente de pensamiento, al menos a su núcleo duro; se trata del positivismo, el Círculo de Viena y la filosofía analítica, que es la que impera aún en nuestros días. Y ese predominio lo percibimos constantemente en la segmentación de la realidad en campos y categorías difícilmente concurrentes como son las distintas ciencias, el arte, la política, la economía o los hábitos culturales. Esta segmentación de la realidad provoca a su vez la fragmentación del hombre y en consecuencia la deshumanización.

 

El mundo de la vida es el centro de la fenomenología, las percepciones del yo y del mundo como horizonte esencial de la realidad, al que estamos inevitablemente obligados a volver, con sus rasgos esenciales de espacialidad, temporalidad, corporeidad, lenguaje.

 

Ortega y Gasset adopta este método, porque método es antes que sistema, y trata de acomodarlo de forma muy personal y vitalista a la realidad española. Es muy conocida su frase “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”; supone un compromiso radical con mi entorno, con los otros, con mi tierra, con los días que me han tocado vivir, conectados con el largo fluir de la historia.

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