Festival del humor

Bien mirado los gobernantes del mundo están sustituyendo a los cómicos; ya sean foráneos o de la tierra, dan sopas con honda al humorista más pintado, y con sus ocurrencias compiten en sagacidad y donosura unos con otros. Naturalmente el ciudadano lanar premia con su voto al más ingenioso, vistoso o ruidoso que obsequiará a su electorado con una impagable sarta de cuchufletas, chascarrillos y trepolinas si viniesen al caso de manera que su actuación sea siempre más epatante que las de los payasos competidores. Es un efecto más de nuestro maravillosa era de la imagen y la comunicación de masas.