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Cervantes clave española (1)

Julián Marías, entrañable profesor, filósofo discípulo de Ortega, escribió en 1990 una obrita titulada “Cervantes clave española” con su característico estilo sencillo, amable y enormemente erudito. A continuación reproduzco algunos de los párrafos contenidos en la edición de bolsillo de Alianza Editorial:

 

Cervantes ha sido considerado en cada época de una manera peculiar; mejor dicho, de muchas maneras dentro de cada nivel histórico; desde cada país, desde cada individuo que lo ha leído y meditado ha presentado un aspecto distinto. (prólogo, 8)

 

Cervantes escribió otras muchas cosas, sin las cuales no se lo entiende y, en definitiva, tampoco se entiende el Quijote. (prólogo, 10)

 

La obra está planteada con cierto método fenomenológico, así en el título primero, Marías aborda la posibilidad de Cervantes:

 

Si eliminamos a Cervantes de España queda un hueco que no se puede llenar: nos parece que es clave de España. Y quizá la manera más eficaz de penetrar en lo que es España sea verla en la perspectiva de Cervantes. (14)

 

Nacido en 1547, vive cincuenta y tres años en el siglo XVI. Primariamente es un hombre de este siglo, súbdito de Felipe II; nace en el tiempo del Emperador Carlos V, pero cuando abdica y luego muere, Cervantes es un niño; Felipe II muere en 1598, de modo que la mayor parte de la vida de Cervantes corresponde a su reinado. (…), es un hombre del siglo XVI, pero casi exclusivamente un escritor del XVII, del tiempo de Felipe III. Fue, claro es, un escritor; pero ¿fue un escritor profesional? Parece dudoso. (18)

 

España y Cervantes, Cervantes y España; la génesis de la nación España se aborda magistralmente en el título segundo:

 

Hay realismo, localismo, precisión geográfica, topográfica. El Quijote empieza “En un lugar de la Mancha”, y el personaje no es un héroe, un Amadís o Palmerín, es Alonso Quijano, “un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”, y se nos explica cómo vestía y que comía cada día de la semana. Esto no pasa con los ciclos épicos de otros países. Y cuando Don Quijote decide hacerse caballero andante, atraído por las lecturas de los libros de caballerías, va a partir de las realidades más inmediatas, y no aparecerán grandes personajes, sino la sobrina y el ama y el cura y el barbero y Sancho Panza y el bachiller Sansón Carrasco; y el ventero, que le aconsejará llevar “dineros y camisas”; y aparecerán las ventas con las Maritornes y los pellejos de vino y los cuadrilleros y todo lo demás. (26-27)

 

Hay una fraternidad general y espontánea en la obra entera de Cervantes, reflejo de lo que había sido la génesis de España durante la Edad Media y parte de la Moderna: Cervantes escribe cuando la unidad española está consolidada desde más de un siglo antes. En otros países europeos esto no era así, y persistían relaciones de extranjería dentro de los territorios que hoy llamamos nacionales. Ahora hay gentes que pretenden presentar España como un “mosaico”, pero la realidad es literalmente la contraria, y los escritos cervantinos lo muestran sin proponérselo. (30-31)

 

Recuérdese la frase esencial puesta en boca de Don Quijote, con la cual evidentemente se solidariza Cervantes: “Podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo es imposible” (…) Hay venturas y desventuras, pero el esfuerzo y el ánimo han constituido el motor, el argumento de la constitución de España. (34)

 

La España de Cervantes es la España de Felipe II y la de Felipe III de la que se habla en el título tercero:

 

La gran amenaza sobre la Cristiandad era el sultán de Turquía, de quien dependían todos los musulmanes del Mediterráneo. La batalla de Lepanto, con la Armada aliada de España, Venecia, Génova y los estados del Papa, al mando de Don Juan de Austria y del gran marino de la época, Don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, frenó durante mucho tiempo la amenaza islámica. Para Cervantes fue el momento capital de su vida, y tuvo clara conciencia de su alcance histórico. (38)

 

La impresión de decadencia es un espejismo. La habrá más adelante y es asunto que reclama revisión y precisiones, pero no entonces. Cervantes muere en 1616, cinco años antes que Felipe III, y cuando se lo ve como el escritor de la decadencia, se falta a la verdad. Cervantes tiene zozobra, preocupación, ve síntomas inquietantes, tiene sueños superiores a lo que ve en torno, a los que teme que habrá que renunciar; ha vivido el momento cumbre de Lepanto y está convencido de que no se va a repetir, pero eso no es decadencia. (48)

 

Si se quiere caracterizar esta segunda etapa, más grave, de su vida, la que acontece en tiempo de Felipe III, la de escritor, yo la llamaría la dilatación de la vida. La vida española se dilata y a la vez tiene menos tensión. Diríamos que después de haber absorbido intensamente realidad durante todo el reinado de Felipe II, en que España, verdaderamente apasionada, está en todas partes y se afana por todo, hay una época de expresión, con una mayor holgura. Si se mira bien, esto se refleja en lo que será la vida de Cervantes: la absorción de realidad durante la primera parte de su vida, la expresión a la que dedica los últimos años, y que va a ser la casi totalidad de su obra. La obra de Cervantes se engendra en tiempo de Felipe II, (…) y se realiza, se expresa, en la España de Felipe III. (52)

 

La genial anomalía de Cervantes parece deberse en buena parte a la extraña entremezcla de generaciones de la España cervantina (título cuarto):

 

Cervantes sale de España en 1569, atraído por Giulio Acquaviva, legado del Papa. Va a Italia, donde será soldado; dos años después combate en Lepanto, recibe arcabuzazos en el pecho y en la mano izquierda, cuyo uso pierde; pasa largo tiempo en el hospital; curado de sus heridas, se vuelve a incorporar a las tropas españolas y continúa su vida militar. Cuando el año 1575 se dispone a volver a España le sobreviene un azar: la galera en que viaja es hecha prisionera y es conducido como cautivo a Argel. (…) Si hay un caso ejemplar de una trayectoria frustrada por un azar, es este. Cervantes permanece en el cautiverio hasta 1580. Es decir, falta de España once años, en una ausencia total, no comparable a las habituales en nuestro tiempo; está radicalmente separado de su país durante once años. Al volver a un país bastante distinto tiene un momento de vacilación, que habrá que considerar más adelante: acaso va a ser soldado – estuvo en Lisboa, en África, acaso en las Azores - , finalmente decide ser escritor y termina un libro, La Galatea, que publica en 1585. (59)

 

Cuando publica el Quijote es, dadas las condiciones de su época, casi un viejo, de cincuenta y ocho años, y a la vez es un recién llegado, autor solamente de un libro no muy importante, anticuado cuando apareció veinte años atrás. Un viejo recién llegado y encima genial. (61)

 

Como escritor nunca pudo incorporarse plenamente a la generación siguiente. Tuvo una relación agridulce con los demás autores. Parece que Lope de Vega escribió en una carta fechada en 1604, antes de la aparición del Quijote, que había muchos poetas, pero ninguno tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote; desearía que no fuese verdad. Cervantes era distinto, venía de otras cosas, de las ventas y caminos de la Mancha y Andalucía – y de Lepanto y de Argel - , no era nadie, un pobre hombre; pero sabía quién era. Habrá que ver más adelante las cosas que va dejando caer, por ejemplo en el Viaje al Parnaso. (…) Nunca fue un personaje; nunca tuvo dinero, porque sus libros no le dieron mucho y los mecenas tampoco mucho; el Cardenal Bernardo de Sandoval y Rojas, arzobispo de Toledo, y el Conde de Lemos, se portaron bien con él, pero sin exagerar. (…) Una figura extraña, extemporánea, tardía, de después de su tiempo, con una obra históricamente póstuma, porque Cervantes tuvo que morir o declinar hacia 1601 y apenas hubiese existido como escritor. Tuvo una especie de suplemento, un don gratuito, Dios le concedió el plazo de una generación más de vida para escribir lo que conocemos como la obra de Cervantes. Si hubiese vivido lo normal, no existiría. ¿Parece floja anomalía? Lo que parece extraño, sospechoso, desorientador en Cervantes se explica simplemente situándolo y tomando en serio lo que sabemos. (63)

 

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